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Cómo reducir el estrés

Cómo hacer sin sobrecargarse y vivir una vida sana

Rocío Sintas
ESCUELA ONE LIGHT

Rocío: El estrés es uno de los grandes males de la vida moderna. Parece que el progreso material va de la mano con el estar estresado/a. Pero no tiene por qué ser así.

El estrés es un estado mental/emocional en el que la persona tiene dificultad de lidiar con la realidad a la que se enfrenta. En la mayoría de los casos, se entiende por estrés a una situación en la que nos sentimos “sobrecargados” a nivel de actividades a realizar. Este exceso genera una emoción de angustia por sentir que no tenemos suficiente tiempo, energía o capacidades para ello.

El estrés lo causa el propio desarrollo de la sociedad capitalista, donde la persona, en su afán de hacer más y más dinero, amplía en gran medida sus horas de trabajo, realizando a veces varios trabajos al mismo tiempo para ganar la cantidad que considera “suficiente” para “vivir bien”. Sin embargo, este vivir bien supone, en la mayoría de los casos, adquirir un nivel económico superior a lo suficiente. El resultado es vivir para trabajar, en lugar de trabajar para disfrutar y honrar la vida.

Este hábito se arraiga en la personalidad, y sin darse uno cuenta, la persona copia y pega el patrón, multiplicando no solo las horas de trabajo, sino también las actividades de ocio a realizar. A veces, unas vacaciones se vuelven más cansadas que el propio trabajo habitual, por la cantidad de visitas programadas en un solo día. Y no solo acaba uno aplicándoselo a sí mismo, sino que también lo enseña a sus familiares, resultando en niños y jóvenes estresados.

  • Tomando conciencia del hábito de “añadir”, podemos cuestionarnos, a nivel de trabajo, qué es lo realmente esencial para tener lo fundamental para vivir. Buena calidad de vida es tener tiempo para disfrutar. Debemos cuestionarnos sobre nuestros horarios, y tratar de disfrutar más tanto del hacer como del no hacer.

  • Otro aspecto es, si trabajamos para nosotros mismos, establecer un ritmo que nos permita hacer todo lo que deseamos o consideramos oportuno, sin por ello caer en el estrés, sin que entremos en estados de “sobrecarga” o “excesos” que no seamos capaces de sobrellevar bien. Tú eres quien decide. Diseña tu vida a tu gusto. Es tu responsabilidad aprender a vivir bien.

  • Si trabajas para otras personas, trata de llevar a cabo las tareas de manera que se cumplan sin realizarlas desde una mente “angustiada” o con miedo. Es la emoción en sí misma la que genera la toxicidad. Si podemos hacer las mismas tareas sin sentirnos en modo “prisa” o “correr”, las cosas saldrán mejor y aprenderemos a hacer como los buenos políticos o grandes maestros: ellos realizan una inmensa cantidad de actividades y toman un sinfín de decisiones, pero todo desde la calma y el bien hacer. Llegar a este estado es un arte. Por eso, debemos ser realistas con nuestro estado actual, y darnos cuenta de nuestras necesidades. Siendo honestos con nosotros mismos y comunicándolo con los demás, encontraremos la ruta para el bienestar. Debemos priorizar nuestra salud por encima de todo.

  • Hay personas que se sienten estresadas no por el trabajo sino por alguna situación familiar: deber sacar adelante la familia, hijos, estar solos como madre o padre, etc. La carga de responsabilidad se siente fuerte. En estos casos, lo recomendable sería pedir apoyo a otras personas, para que puedan ayudarnos con las tareas. Si esto no es posible, entonces debemos poner empeño en trabajar en nosotros mismos, cultivando la confianza tanto en nosotros como en los demás, pensando que cada uno pondrá de su parte para hacerlo lo mejor posible. Esto permitirá a todos los miembros crecer en madurez, también nos permitirá a nosotros soltar miedos y responsabilidades excesivos o innecesarios.
Tú eres quien decide. Diseña tu vida a tu gusto. Es tu responsabilidad aprender a vivir bien.
  • Otra clave para reducir el estrés o idealmente eliminarlo es pensar que siempre hay personas con más tareas que nosotros, y que son capaces de llevarlas bien. Por eso no se trata de cuánto hacemos sino de cómo lo hacemos. Si podemos ayudar a 10 personas sin estresarnos, es una gran capacidad. Pero si podemos ayudar a toda una ciudad sin saturarnos, sería una gran bendición. Hay maestros que reciben a cientos y miles de persona diariamente, y que toman decisiones que afectan a millones, y no por ello se estresan o pierden salud, sino todo lo contrario, la ganan. Por ello, debemos recordar que para manejar el estrés o reducirlo debemos cambiar nuestra actitud: hacer una cosa a la vez, con la mente bien concentrada y ordenada, y hacerlo sin prisa, sin miedo, sin resistencia, sin queja interna, disfrutando al máximo de cualquiera que sea la actividad en la que nos hemos comprometido.

Sin embargo, cuidado, no consiste en que todos trabajemos muchísimo, pero sí gusto compartir este ejemplo para que también tengamos esta referencia. A menudo, la solución es disminuir el volumen de trabajo (especialmente para aquellos que no trabajan por vocación sino solo por una cuestión económica) o reducir las actividades que sea que llevamos a cabo cada día, compaginando con más momentos de vacío y descanso. En otras ocasiones, lo que necesita la persona es eliminar el estado emocional de “yo soy importante” o “lo que estoy haciendo es súper importante” y con ello disminuir la carga de ego y responsabilidad que esas afirmaciones producen, que es lo que nos agota y produce el estrés. Esto no quiere decir que lo que hacemos no sea importante, o que nosotros no seamos importantes, pero podemos ver cada situación como “si no lo hago no se cae el mundo” o “si lo hago después no se detiene la vida”. Así, no hay nada más importante que nuestra propia salud, nuestra propia vida, que es lo que debemos de cuidar por encima de todo: ajustar nuestro estado, sentirnos bien, tomar pausas, descansar, y poner el corazón en lo que sea que decidamos hacer, disfrutando de cada momento desde una mente relajada.

Ah sí, y recordamos: la otra persona nunca tiene la culpa. Está en nuestras manos descubrir lo que nos hace bien y lo que no nos hace bien, para así diseñar nuestro día a día, para hacer lo que necesitamos hacer, o lo que se necesita, desde un disfrutar de cada experiencia.

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